Vio el águila real, hasta el saliente de roca donde ella anidaba, a un torpe caracol que había partido de la honda vega, y exclamó, sorprendida:
-¿Cómo, con ese andar tan perezoso, subiste a visitarme hasta tan arriba?
-Subí, señora –contestó el baboso-, a fuerza de arrastrarme.
-¿Cómo, con ese andar tan perezoso, subiste a visitarme hasta tan arriba?
-Subí, señora –contestó el baboso-, a fuerza de arrastrarme.
Hartzenbusch
Fábulas de Siempre
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Todo se puede conseguir a base de esfuerzo, por muy difícil que parezca