Caminaba un hombre por un sendero cuando oyó:
-¡Salud!
Se detuvo para ver quién le saludaba, pero no encontró a nadie. Prosiguió su camino y el poco oyó de nuevo
-¡Salud! ¡Salud!
Como la voz parecía amable, se entretuvo el caminante en buscar a quien hablaba, pero tampoco vio a nadie. Poco después un cuervo revoloteó sobre su cabeza.
-¡Salud! ¡Salud! ¡Salud! -repetía el pájaro
-¡Así que eras tú! -gruño el hombre-. Llevaba prisa y, por entretenerme a ver quién me saludaba, ahora llegaré tarde
Por Fedro