lunes, 19 de octubre de 2009

El diablo y el aldeano

Este aldeano era muy famoso por las tretas que había jugado a diversas personas. Se refieren de él muchas graciosas historietas, pero la más bonita es la relativa a la ocasión en que engañó a un diablo venido del mismísimo infierno.
Un día en que nuestro hombre daba por terminado su trabajo en el campo, por acercarse la hora del crepúsculo, y se disponía regresar a su casa, vió en medio de su campo un momento de carbones encendidos. Extrañado ante tan extraordinario hecho, se acercó al montón y vió sentado sobre las ascuas un diablo pequeño y negro.
-“Seguramente estarás sentado sobre un tesoro”, le dijo el campesino.
-“Ciertamente”, respondió el demonio. “Un tesoro formado por más oro y plata del que hayas visto en toda tu vida
-“El tesoro está en mi campo, y por consiguiente, me pertenece”, hizo constar el hombre.
-“Será tuyo”, replicó el diablo. “si me cedes dos años seguido la mitad de tu cosecha. Dinero no me faltaba, pero, en cambio, me gustaba los frutos de la tierra”
El aldeano aceptó la proposición –“Para que no pueda haber engaño”, propuso, “podrás quedarte con lo que salga de la tierra y yo me conformaré con lo que esté debajo.” El diablo estuvo de acuerdo con el pacto.
Cuando llegó la época de la cosecha, se presentó el pequeño demonio para exigir su parte, pero el agricultor había sembrado rábanos y solamente correspondían al diablo las hojas, siendo para el aldeano la parte comestible.
-“Esta vez has salido ganando tú” dijo el diablo, pero para el próximo año hemos de cambiar las condiciones. Será tuyo lo que alga por encima de la tierra y lo mío lo que esté debajo”
-“Muy bien”, respondió el aldeano, “No tengo inconveniente.Cuando llegó su debido tiempo, tampoco hubo nada para el diablo. EL aldeano había sembrado trigo; lo segó y se lo llevó, dejando las raíces para el diablo. Luego desenterró el tesoro, exclamando satisfecho: -“Así es cómo debe engañarse al zorro.”