martes, 27 de octubre de 2009

El Diablo y el Posadero


Cierta vez el diablo se presentó en una posada. Nadie lo conocía y él, malvado que era, se dedicó a fastidiar a los parroquianos.

Alertado por las quejas, el dueño de la posada se fijó en quién organizaba el alboroto y finalmente reconoció al diablo.

-¡Ahora verás la paliza que te doy! -argumentó el posadero.

-No tienes derecho a enfadarte -argumentó el diablo-. Al fin y al cabo la maldad está en mi naturaleza y sería muy cruel dar una paliza a alguien como yo, que no puede cambiar.

-En eso estamos de acuerdo -concluyó el hombre. Y acto seguido hizo un lazo corredizo en una cuerda y colgó con ella al diablo para que no volviera a molestar a nadie.

por Stevenson

~~~~~~~~

Las falsas escusas no nos salvan de los aprietos