domingo, 2 de agosto de 2009

Las Dos Piedras

Cierta ocasión dos piedras se encontraron;
-una resplandeciente, la otra opaca-
y hay quien dice que oyó que platicaron
como pudiera platicar la urraca.
-Mira cómo deslumbran mis fulgores;
-le dijo la primera a la segunda-
descompuso la luz en mil colores
y el mundo de favores me circunda.
-Yo, dijo la opaca piedra, contestando,
tengo un destino diferente al tuyo;
no me verás las luces reflejando:
es lo propio, motivo de mi orgullo.
-No pienses, no, mi amiga que es lo justo
lo que me dices hoy. Si tú supieras
cómo he vivido yo, de susto en susto,
es muy posible, sí, que me entendieras.
Me han tallado, tú miras que no es cuento,
me han dado así facetas relumbronas;
mas, después de sufrir cruel tratamiento,
he llegado a agradarle a las personas.
¿Sabes por qué? porque he sabido dar;
yo devuelvo la luz que me ilumina;
la devuelvo con creces al chispear
y a todo el mundo mi fulgor fascina.
-Entonces das lo tuyo, hermana mía;
tras de tanto sufrir, cómo has cambiado;
no he tendió tu suerte todavía;
siéntete así feliz, te has superado.
Aun cuando no creyera la conseja,
me inclino a respetarla porque admira
con esta sabia y clara moraleja;
para el que el mundo conquistar aspira,
que se prepare bien, se le aconseja.
n n n
Vale más, quien más se ha empeñado en aprender.
Da más de sí, el que más vale.