martes, 22 de septiembre de 2009

Antología del Aire


Aire melifluo de profundo influjo
que a los alveolos hinchas con tu esencia;
hálito misterioso de un reflujo
que lleva lo vital de su presencia,
hasta la entraña por la ansia urgida,
cuando le falta oxígeno a su vida.

Eres aire sutil y eres arrullo
en el follaje del rosal umbrío;
eres céfiro alado, eres murmullo;
brisa ligera que ahuyentó el hastío;
caricia en bucle de ondular sedeño
y juguetona placidez de ensueño.

Dejas al Pan travieso, con sus ninfas;
deja tus inquietantes coqueteos
y te mezclas, versátil, con sus linfas,
volcando en su cristal tus devaneos…
y cuando más te mueves, hecho viento,
rimas entre los árboles, tu acento.

Cuando azotan los males nuestra vida,
Hablamos de los cierzos invernales
Y eres, aire, la ráfaga atrevida
Que hiere con sus gélidos raudales.
¡Cuán distintos los vientos de bonanza
Que llevan en su seno la esperanza!

Recordar los alisios que, constantes,
cubren su recorrido en el planeta,
es tornar a epopeyas palpitantes
donde el despliegue del velamen reta;
donde place tomar de la armonía
el secreto del triunfo cada día.

Mas ya en los atmosféricos trastornos
pierde su ritmo el viento y conturba;
agita el movimiento sus contornos
y es torbellino o vendaval que turba
la quietud habitual de mar y tierra,
o veloz huracán que al hombre aterra.

Masas de aire, tórridas o frías,
generan los desórdenes del viento
y causan las tormentas más bravías;
el tifón que provoca desconcierto
o el simún que es tragedia del desierto.

¡Qué rapidez en su desplazamiento;
qué fuerza de impulsión arrolladora!
¡Cómo destroza con feroz aliento
y cuál propicia lluvias a deshora,
que destruyen e inundan y maltratan
y tunden y aniquilan y hasta matan!

Estos vientos que así desencadenan
Las maléficas furias de los dioses,
a los mortales sin piedad condenan
a sus estragos, por demás atroces.
El aire aquel, nuestro habitual hermano,
tal parece dejarnos de la mano.

Mas esto no es así. Cósmica fuerza
le propicia el desorden. Y hay zozobra,
desolación, desastre en la perversa
acción que, bronca, su botín se cobra;
pero el aire, el aire es siempre puro
y así se impone con afán seguro.

Es a veces el viento gayo artista;
en las alturas siluetea la roca
y forma, sorprendente modelista,
millares de figuras que retoca.
En las arenas móviles construye,
y a las medrosas dunas distribuye.

El aire es esencial a nuestra vida;
nos asesora en todo y es fluido
que hace más bien a la creación florida
y nutre el optimismo presentido.
¡pasa el aire triunfal en donde quiera;
la vida es su oriflama, su bandera!


Fernando Gamboa Berzunza

Poemario Escolar