domingo, 27 de septiembre de 2009

La Mangosta Bienechora

Shah Rukh Kahn, un joven labrador, vivía con su esposa en la parte más lejana de una pequeña aldea de la india. Tenía una hija, la hermosa Indra, a la que ambos querían mucho. Una tarde regresaba él de trabajar cuando vio, entre la maleza, a una pequeña mangosta, un animal de patas cortas y larga cola, muy común por allá. Le fascinaron cuerpecillo largo y esbelto, su pelaje brillante y suave, y el par de ojos inteligentes que lo miraban. Pensando que podría ser una excelente mascota para su hija, la llamó:
-Ven, acércate a mí.
Desconfiando, el animalillo se alejó, ero el labrador lo atrajo con trocitos de pan. La mangosta se acercó a comer, y al sentir que las ásperas manos la acariciaban, supo que no debía temer. Así que el labrador la tomó y la metió en el bolsillo de su camisa, llegando a casa la mostró a su esposa y a Indra.
-La familia Khan ya creció, les presento a nuestra mascota.
Madre e hija saludaron con ternura a la mangosta, a que llamaron Kali y, desde aquel día, convivieron muy felizmente con ella. Indra y Kali crecían poco a poco como grandes compañeras de juegos.
Meses después, la mañana de un solado sábado, la señora salió al mercado para comprar fruta y verdura y dejó a Indra acostada en su cuna. Su esposo no estaba en casa y ella se fue un poco inquieta, pues no se sentía tan segura dejando a la pequeña Indra sola con la mangosta. “Después de todo es un animal salvaje, pensaba.
Media hora después, cuando volvió con sus compras vio que la mangosta la estaba esperando fuera de la casa. Lucía muy inquieta y tenía un hilillo de sangre junto al hocico. Por la mente la señora pasaron mil ideas: “seguro le hizo daño a la pequeña Indra con sus filosas garras; yo nunca confié en este animal, ¡qué tonta fui al dejar a la niña sola con el!”. Dominaba por una mezcla de furia y angustia alzó la canasta para arrojarla contra la mangosta y matarla, pero alguien la detuvo. Era Shah Khan que había vuelto y comprendió lo que esta pasando.
-Déjame darle su merecido a este bicho –gritó la señora.
-cálmate querida, entremos primero a la casa para ver qué sucedió –respondió él, mientras la mangosta se alejaba corriendo por un callejón.
-Entra tú, a mí me da mucho miedo
El marido entró y vio que la pequeña Indra dormía plácidamente en su cuna, sin un solo rasguño. “¿Qué habrá pasado?”, se preguntaba, cuando escuchó un ruido en el suelo: con dificultad se iba arrastrando una peligrosa serpiente malherida. Entonces entendió todo: la mangosta había luchado contra el malvado reptil para salvar a Indra.
Salió a la calle y explicó a su esposa cómo se habían dado las cosas.
-Torpe de mí –dijo ella-, estuve a punto de acabar con Kali, a quien debemos la vida de nuestra hija.
Esa noche esperaron que la mangosta regresara, pero no fue así; jamás volvió a casa de la familia. En los años que siguieron la mujer del labrador siempre tuve presente lo importante que es observar y pensar las cosas antes de actuar impulsada por el miedo y la violencia.
-Cuento folclórico de India.