es estar por el lado de los pobres;
es defender al hombre sometido
a la cruel condición del esclavismo;
es batallar en piélagos salobres
y darle libertad al oprimido.
Y tal hiciera el clérigo sublime,
el Padre don Mariano Matamoros,
al trocar su misal por áurea espada.
con Hidalgo y Morelos, él redime;
y así sus vidas, fúlgidos tesoros,
fueron en prenda de la Patria amada.
Vencedor en acciones fulminantes,
fue de Morelos su mejor soldado;
brilló su espada en Cuautla con valía;
Taxco y Oaxaca en actos relevantes,
dieron fe del valor de este cruzado,
de este varón que en triunfo seguiría…
Hasta que en Michoacán el Hado adverso
quiso otorgar fracasos a su espada
y ya en prisión su sacrificio pide
el enemigo, con afán perverso;
cae así esta figura iluminada
para solaz de Llano e Iturbide,
¡de Iturbide que luego se diría
libertador de México, algún día!