¿Qué sería mejor, reírse de los demás o con los demás?
Aquel era un mono alegre, aunque un bromista pesado. Un día vio el sapo dormido y le cantó bien cerquita: “De las aves que duermen me da gusta el sapo porque es petiso y gordo, panzón y ñato”
El sapo despertó asustado y, por un tiempo no pudo dormir tranquilo. Una mañana, la tortuga caminaba muy despacio, buscando una hoja rica para comer, cuando el mono pasó corriendo a su lado, gritando:
-¡Corran, corran todos, que se está incendiando el bosque!
La pobre tortuga caminó lo más rápido que pudo, medio muerta de miedo, hasta que el mono le dijo:
-¡Ja, ja! ¡Te lo creíste! ¡Era una broma!
¡Cómo se divertía el mono!
Un día, su fama de bromista llegó a oídos de la zorra. De inmediato, decidió darle una lección. En cuanto se encontró con el mono, la zorra le dijo:
-Tengo un montón de bananas deliciosas, ¿quieres venir a cenar a casa esta noche?
-¡Allí estaré! –respondió el mono.
Esa noche, marchó muy feliz a la cueva de la zorra. Era una cuerva muy oscura: la zorra estaba acostumbrada a ver en la oscuridad, pero el mono no veía casi nada. La zorra le presento una gran fuente llena de bananas. El mono se sirvió y con gran apetito, casi sin masticar, se devoró dos bananas. Cuando iba por la tercera, se dio cuenta de que … ¡estaban verdes! ¡Bananas verdes! ¡Era lo peor que le podía pasar un mono! ¡Comer una banana verde, no. Peor! ¡Dos bananas verdes!
-¡Estas bananas están verdes! –gritó el mono, mientras se agarraba la panza.
Y la zorra le respondió:
-¿Has visto? ¡Qué buena broma! ¿No te gustan las bromas?
El mono, entonces, aprendió la lección de la zorra y ya no hizo más bromas pesadas.
El sapo despertó asustado y, por un tiempo no pudo dormir tranquilo. Una mañana, la tortuga caminaba muy despacio, buscando una hoja rica para comer, cuando el mono pasó corriendo a su lado, gritando:
-¡Corran, corran todos, que se está incendiando el bosque!
La pobre tortuga caminó lo más rápido que pudo, medio muerta de miedo, hasta que el mono le dijo:
-¡Ja, ja! ¡Te lo creíste! ¡Era una broma!
¡Cómo se divertía el mono!
Un día, su fama de bromista llegó a oídos de la zorra. De inmediato, decidió darle una lección. En cuanto se encontró con el mono, la zorra le dijo:
-Tengo un montón de bananas deliciosas, ¿quieres venir a cenar a casa esta noche?
-¡Allí estaré! –respondió el mono.
Esa noche, marchó muy feliz a la cueva de la zorra. Era una cuerva muy oscura: la zorra estaba acostumbrada a ver en la oscuridad, pero el mono no veía casi nada. La zorra le presento una gran fuente llena de bananas. El mono se sirvió y con gran apetito, casi sin masticar, se devoró dos bananas. Cuando iba por la tercera, se dio cuenta de que … ¡estaban verdes! ¡Bananas verdes! ¡Era lo peor que le podía pasar un mono! ¡Comer una banana verde, no. Peor! ¡Dos bananas verdes!
-¡Estas bananas están verdes! –gritó el mono, mientras se agarraba la panza.
Y la zorra le respondió:
-¿Has visto? ¡Qué buena broma! ¿No te gustan las bromas?
El mono, entonces, aprendió la lección de la zorra y ya no hizo más bromas pesadas.
Las bromas pesadas pueden ofender o perjudicar a los demás siempre son una falta de respeto.